“Mas Cornadas da el Hambre”
Es una joya encontrar un documental de los años 50 que trate tan de cerca el mundo de los Toros. Carlos Velo no era aficionado a la fiesta grande, y eso le deja trasmitir desde un punto medio entre la arena y los tendidos, protegido del toro, tras la cámara.
El documental trata sobre la vida de Luis Procuna, matador de toros mejicano que triunfó en las plazas de su país y llegó a torear en España. Hijo de familia humilde, se interpreta a si mismo en esta cinta que nos narra las peripecias de un niño pobre que llega a firmar autógrafos en el patio de la casa donde nació y murió su madre vendedora ambulante, que Procuna ayudaba en su niñez, y lo que le hizo tomar la decisión de dedicarse al toreo: la pasión por el toro y el miedo a la miseria y el hambre.
“Mas cornadas da el hambre” dice el propio Procuna en el documental en sus inicios en la escuela de matadores de su ciudad natal.
El sentimiento de soledad y miedo están presente en toda la cinta, los dos sentimientos mas desgarradores de la profesión de matador, dar muerte o morir, no hay termino medio “o tu o Yo o los dos debemos de ir con él” que diría Shakespeare.
Procuna se santigua frente a una imagen de la virgen de Guadalupe cuándo el Flashback toma el hilo conductor del documental. Su casa de niñez, el viento antes de la corrida, la tumba de la madre, el vestido de luces, el rezo antes de saltar al ruedo. Imágenes bellas y medidas que Carlos Velo introduce con una sensibilidad inigualable y que nos sirven como pinceladas para entender que hay dentro de la cabeza de un torero cuándo le quedan horas para mirar cara a cara a la muerte.
Uno de posprotagonistas del documental es el público; “ ya había dominado a mi gran enemigo, el público” dice Procuna en su primera faena de éxito, y es así muy interesante el ojo de Carlos Velo a la hora de retratarlo, no son actores, sino personajes reales, la moda de la época, la indumentaria específica que se usa para ir a los toros; sombreros, gafas, puros… desmayos entre el público cuándo la sangre baña la arena, los humillantes comentarios del graderío cuándo el torero no se arrima al toro. Quieren sangre y la quieren de verdad. Y en un segundo, el soberano cambia de actitud y adora al torero, la faena da un giro, y se convierte en arte y espectáculo puro, la gente se levanta, la plaza se tiñe de blanco y se gira al ruedo al torero en hombros, en el sentido contrario que en España como se hace en Méjico.
Manolete aparece en la cinta solemne, sin una mueca de sonrisa en su rostro. Las imágenes del torero son un espectáculo en si mismas, Carlos Velo nos da la oportunidad de ver al Monstruo de Córdoba siendo el mismo, torero en la plaza.
El documental, se rodó con corridas reales, lo que Carlos Velo hizo fue montar las imágenes con respecto a la historia que se nos quería hacer llegar, el resultado es estupendo aunque la técnica no sea del todo depurada, sino mas bien rudimentaria y obvia, la intención de Velo está mas que cumplida. No se pretendía hacer una cinta joya del séptimo arte, sino mas bien, contar una historia humana real.
Los movimientos de cámara son obvios cuándo se colocan en los ojos del toro, en las cogidas se vuelven rápidas, en los momentos de calma son fijas, pero quizás la cinta habría perdido fuerza al realizarse con una técnica mas elaborada, no hay pan focus ni grandes travellings, pero tampoco son necesarios.
Existen pocas películas que traten el mundo del toro de principio a fin y sobre todo que lo traten bien y verazmente (Currito de la Cruz, El relicario, Sangre y arena) Según los expertos en este tema, el documental sobre Procuna, se acerca a la realidad del toreo exhaustivamente.
Las imágenes bellas que Velo nos regala en el documental son dignas de rescatar, me quedo con la escena en la que un Procuna joven “hace la Luna” lidiando toros que no debían ser toreados, con toda la ilusión de llegar a ser un figura. Procuna adolescente, se salta las vallas para oler ese miedo que le llevó durante toda su carrera a colocarse una vez tras otra ante la muerte.
Es una joya encontrar un documental de los años 50 que trate tan de cerca el mundo de los Toros. Carlos Velo no era aficionado a la fiesta grande, y eso le deja trasmitir desde un punto medio entre la arena y los tendidos, protegido del toro, tras la cámara.
El documental trata sobre la vida de Luis Procuna, matador de toros mejicano que triunfó en las plazas de su país y llegó a torear en España. Hijo de familia humilde, se interpreta a si mismo en esta cinta que nos narra las peripecias de un niño pobre que llega a firmar autógrafos en el patio de la casa donde nació y murió su madre vendedora ambulante, que Procuna ayudaba en su niñez, y lo que le hizo tomar la decisión de dedicarse al toreo: la pasión por el toro y el miedo a la miseria y el hambre.
“Mas cornadas da el hambre” dice el propio Procuna en el documental en sus inicios en la escuela de matadores de su ciudad natal.
El sentimiento de soledad y miedo están presente en toda la cinta, los dos sentimientos mas desgarradores de la profesión de matador, dar muerte o morir, no hay termino medio “o tu o Yo o los dos debemos de ir con él” que diría Shakespeare.
Procuna se santigua frente a una imagen de la virgen de Guadalupe cuándo el Flashback toma el hilo conductor del documental. Su casa de niñez, el viento antes de la corrida, la tumba de la madre, el vestido de luces, el rezo antes de saltar al ruedo. Imágenes bellas y medidas que Carlos Velo introduce con una sensibilidad inigualable y que nos sirven como pinceladas para entender que hay dentro de la cabeza de un torero cuándo le quedan horas para mirar cara a cara a la muerte.
Uno de posprotagonistas del documental es el público; “ ya había dominado a mi gran enemigo, el público” dice Procuna en su primera faena de éxito, y es así muy interesante el ojo de Carlos Velo a la hora de retratarlo, no son actores, sino personajes reales, la moda de la época, la indumentaria específica que se usa para ir a los toros; sombreros, gafas, puros… desmayos entre el público cuándo la sangre baña la arena, los humillantes comentarios del graderío cuándo el torero no se arrima al toro. Quieren sangre y la quieren de verdad. Y en un segundo, el soberano cambia de actitud y adora al torero, la faena da un giro, y se convierte en arte y espectáculo puro, la gente se levanta, la plaza se tiñe de blanco y se gira al ruedo al torero en hombros, en el sentido contrario que en España como se hace en Méjico.
Manolete aparece en la cinta solemne, sin una mueca de sonrisa en su rostro. Las imágenes del torero son un espectáculo en si mismas, Carlos Velo nos da la oportunidad de ver al Monstruo de Córdoba siendo el mismo, torero en la plaza.
El documental, se rodó con corridas reales, lo que Carlos Velo hizo fue montar las imágenes con respecto a la historia que se nos quería hacer llegar, el resultado es estupendo aunque la técnica no sea del todo depurada, sino mas bien rudimentaria y obvia, la intención de Velo está mas que cumplida. No se pretendía hacer una cinta joya del séptimo arte, sino mas bien, contar una historia humana real.
Los movimientos de cámara son obvios cuándo se colocan en los ojos del toro, en las cogidas se vuelven rápidas, en los momentos de calma son fijas, pero quizás la cinta habría perdido fuerza al realizarse con una técnica mas elaborada, no hay pan focus ni grandes travellings, pero tampoco son necesarios.
Existen pocas películas que traten el mundo del toro de principio a fin y sobre todo que lo traten bien y verazmente (Currito de la Cruz, El relicario, Sangre y arena) Según los expertos en este tema, el documental sobre Procuna, se acerca a la realidad del toreo exhaustivamente.
Las imágenes bellas que Velo nos regala en el documental son dignas de rescatar, me quedo con la escena en la que un Procuna joven “hace la Luna” lidiando toros que no debían ser toreados, con toda la ilusión de llegar a ser un figura. Procuna adolescente, se salta las vallas para oler ese miedo que le llevó durante toda su carrera a colocarse una vez tras otra ante la muerte.
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