viernes, 20 de agosto de 2010

La teta de España



Cuándo “la niña de España” se hizo mujer nadie quiso darse cuenta. Solo soltándose el cabello y dejando al descubierto sus pechos, que habÌan permanecido durante mucho tiempo bajo los trajes de tul, vendados, lo pudo hacer ver.

Era el año 1976 cuándo Marisol se destapaba de tapujos para aparecer en la portada de Interviú “dándolo todo”, dos años después de la abolición de la censura. De aquel número se vendieron más de un millón de ejemplares y fue el colofón final a un striptease progresivo que había comenzado con “el felpudo de la Cantudo” y el pecho en “Equus” de Maria José Goyanes.

Señoritas y Caballeros bienvenidos al Destape

Ninguna de nuestras actrices actuales, ni las mas afamadas, pueden compararse a las actrices del Destape, y no porque aquellas fueran mas bellas ni mejores actuando, sino por el aura de sensualidad y libertad que las rodeaba.
Aquellas demostraban con su epidermis el cambio necesario que en las mentes de todos estaba sucediendo: verlo para creerlo.

Por aquellos años ya se realizaba en EE.UU. lo que se ha querido llamar el cine Nudi, así como tenÌamos las bellas Maggiorates Italianas con Sofia Loren al frente, abanderando la curva como exhuberancia carnal, lo que volvió loco a medio planeta. Nuestras estrellas, lejos de ser bombas sexuales por definición, tenían “Eso” que las demás desposeían: algo parecido a una magia sin vergüenza de su propia anatomía.

Encarnando los desnudos que desafiaron los agotados corsés del período Franquista, aparecieron Nadiuska, Victoria Vera, Susana Estrada, Silvia Tortosa, Norma Duval o ¡gatha Lys. Pero, al alcanzar el culmen de libertad, el “cine desnudo” perdió todo su interés, y con Èl las mujeres que lo hicieron emblem·tico.

Tras haberles robado el corazón y lo más íntimo de su tegumento, muchas de ellas fueron ignoradas y condenadas a destinos fatÌdicos. “Visto lo visto”, donde antes hubo adoración en la boca de los españoles solo quedaron palabras para criticar sin dar, siquiera, las gracias a aquellas mujeres florero o, mejor aún, verdaderas plantas carnívoras de nuestra historia visual (no me incluyo en aquella trituradora de carne, yo soy de la generación de las “mama chicho”

Sólo algunas han permanecido en nuestras vidas: las que hicieron pactos con el diablo y siguen siendo señoras estupendas; y esas otras, los juguetes rotos que una vez simbolizaron nuestra libertad, que eran nuestra Marianne a la española de pecho descubierto y armario anecdótico. Todo perdió su sentido una vez acostumbrados al desnudo, a la piel, la carne y la curva, el seno, el pelo flotando, las miradas profundas, los labios carnosos, el ombligo y el vello púbico.



*este artículo no está completo, pendiente de publicación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario