No se fue nunca, por ese motivo, no ha regresado. RUBENS en el Prado nos presenta una EXPOSICIÓN con mayúsculas con doble lectura. Como ya sucediera en otros períodos de la historia, la adaptación a una circunstancia ha hecho brotar la genialidad en ciertos aspectos de las artes. La técnica expositiva es en si una manera de arte, saber hacer llegar ciertos aspectos de la obra de un artista a un público generalista, puede suponer un ejercicio de genialidad. En este aspecto, la muestra del Museo del Prado, nuestra gran pinacoteca, ha resultado de lo más exquisita.
Quizás muchos no sepan que todas esas obras pertenecen a los fondos del propio museo, quizás muchos no sepan que hoy por hoy, traer exposiciones temporales es un acto casi imposible por los cortes de subvenciones en las artes debido a la crisis, quizás muchos no entiendan porque los cuadros se amontonan en las paredes y lo difícil de llevar a cabo esta "escenografía pictórica".
Pues bien, es así, incluso el Prado, sufre momentos bajos en su economía. Contrarresta esta situación desde hace meses con grandes exposiciones donde por otro lado, se nos hace ver, todo lo que el estado Español posee, por muchos obviado y por otros olvidado. Por este motivo desde hace casi dos años, las grandes exposiciones del Museo están sacando a la luz parte de su colección no expuestas, colecciones pertenecientes a los fondos del estado, o como en este caso de Rubens, nos la presentan reinventando el concepto, la forma y la idea.
Se nos lleva a las antiguas casas de subastas, presentándonos los cuadros como se hacía entonces y además en un orden cronológico para mirar la vida del pintor a través de sus lienzos, dejando que hablen por el sus personajes. Rubens es el perfecto marco para este tipo de exposición compacta. Los cuadros se sobreponen unos a los otros, desarrollándose sobre los altos muros de dos salas un total de 90 obras del autor y colaboraciones.
El resultado es Barroco. Los escorzos, claroscuros, texturas y "horrors vacuis", casan a la perfección con la masificación de publico ante las obras, el ruido, las audio-guías. Es necesario luchar en una cola natural de gente, para colocarse frente a un cuadro, cuando la realidad es, que cómo mejor se admiran es de lejos.
La técnica lumínica es muy complicada en ambas salas, se ajustan a grandes formatos, pequeños, series y bocetos de tapices. Los muros quedan repletos de experiencia que junto al resto de visitantes, se convierte en un escenario de lo más barroco y de lo más excitante.
Un diez para Alejandro Vergara, Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte. Y por supuesto un 10 para Rubens, el pintor más admirado de su época, que se ha
subido a una máquina del tiempo para ser el más admirado estos días.
Hasta el 23 de Enero del recién estrenado año.
No hay comentarios:
Publicar un comentario